Y en ese momento desplegó su blanca tilma, en cuyo hueco, estando de pie, llevaba las flores. Y así, al tiempo que se esparcieron las diferentes flores preciosas, 183.- en ese mismo instante se convirtió en señal, apareció de improviso la venerada imagen de la siempre Virgen María, Madre de Dios, tal como ahora tenemos la dicha de conservarla.
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