El abogado y filántropo Urbano Fonseca, pidió al general Manuel María Lombardini, jefe del Ejército de Oriente, que pusiera a su disposición el local del Colegio de San Pablo que estaba destinado a cuartel y del cual pudo tomar posesión el 16 de agosto, fecha ya cercana a los ataques norteamericanos sobre Ciudad de México.
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