Los movimientos telúricos que se iniciaron el 7 de septiembre de 2017, sumados a las inundaciones que se presentaron en días posteriores, fracturaron y anegaron las fosas sépticas, con las que sólo
contaba 50% de la población, y provocaron el desbordamiento de aguas negras, las cuales contaminaron
los pozos y la arena de las casas, los patios y las calles.
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