Un acto prodigioso que consistía en reconstruir unos panecillos con la imagen de Santa Teresa que le regalaba su prima, una monja del convento de Regina. María pulverizaba previamente las piezas y las disolvía en agua en una tinaja. El milagro se realizaba en el transcurso de algunas horas y en los panecillos restablecidos se podía observar la imagen de la santa nuevamente formada en el fondo del agua.
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