Izquierdo iba a ser la primera mujer en llevar su pincel hasta las paredes de un edificio de gobierno de tal relevancia, como lo habían hecho en otros muros Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, “los tres grandes” del muralismo; sin embargo, a pocos meses de que terminara el plazo fijado para la realización de la obra en diciembre de 1945 y sin mediar explicación, el funcionario le notificó que no podía pintar ahí.
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