Una de las estrategias de la Iglesia católica para enfrentar la modernidad liberal secularizadora consistió en promover el culto a la Virgen María. En ese tenor, en 1854 se instituyó el dogma de la Limpia Concepción, es decir, la creencia de que María habría nacido sin la mancha del pecado original.

La polémica sobre las apariciones del Tepeyac refleja la intersección entre fe, historia y cultura. Mientras algunos cuestionan la historicidad de los hechos, otros destacan su significado espiritual y simbólico. Lo cierto es que, independientemente de la controversia, la Virgen de Guadalupe continúa siendo un icono central en la identidad mexicana, uniendo pasado, religión y cultura popular.
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